Una reseña, o algo asi

No sé nada de teatro, pero algo sé de mujeres y de roturas.

Hace años leí el libro y en mi memoria quedó nada más que el eco de personajes vulnerables, vulnerados, desoídos y desesperados. En la Muriel de Sofía reconocí a muchas mujeres de los libros de Simone. Vi también a la loca sucia de la Plaza Núñez, que esperaba conmigo el colectivo que tomaba a las siete y cuarto de la mañana para ir al colegio. Y a mi mamá cuando me empujó vestida bajo la ducha helada para curarme no sé qué capricho. Me vi a mi, gritando contra el piso frío un dolor autoinfligido. Muriel se peina hacia atrás y se despeja la vista para mirar de frente la gloria falsa de su juventud marchita. Se sirve un trago y brinda con sus fantasmas mientras busca el origen de la soledad. Su madre no la quiso lo suficiente, los hombres la quisieron mal. Muriel siente culpa, odio y pena y provoca todo eso en nosotros, su público invisible. Le decimos que sí como a los locos y reímos, para pronto ahogarnos con ella en llanto. El vestido de la Muriel de Sofía la deja casi desnuda, al igual que su monólogo. Nos advierte que tengamos cuidado con lo que hacen algunas mujeres. Está en el límite. Cambia el año y seguimos ahí. Tengan cuidado. ¿Cuándo empezó todo esto? ¿No se termina?

Comparto una herida con la mujer rota de Sofía y las de Simone. Las lloro y las comprendo, ellas a mi. ¿Cuándo empezó todo esto? ¿No se termina? Tengan cuidado.

La obra es: La Mujer Rota, adaptación libre de “Monólogo” del libro “La Mujer Rota” de Simone de Beauvoir.
En escena: Sofía Bustos
Música: Federico Burgi
Iluminación: Ye Ibarra
Dirección: Daiane Frandoloso